Ya somos +200 — ¡Unas palabritas!
¡Clin clin clin! Es el sonido del tenedor contra mi copa mientras me levanto para decir unas palabras.
¡Turbogelatina ha superado los 200 suscriptores!
Gracias por suscribirte, gracias por leer mis putas newsletters, gracias incluso por tener una dirección de email.
Para celebrarlo, me gustaría leerte unas ideas rápidas sobre madres emprendedoras, amores no correspondidos y el mapache más gordo del mundo. Todas han nacido a partir de cosas que he visto u oído y que he ido anotando como buena rata cronista.
Deja que me aclare la garganta: ¡¡¡AJJJJJJHJJJJJJ!!!
¡Allá vamos, espero que te gusten!
El ladrón
En nuestra casa hay un tío que ha venido seis veces a robar. La primera vez cambiamos la cerradura. La sexta le dejamos un plato con leche.
¿Le votarías?
La gente de tu pueblo no te tiene especial aprecio, pero tu perro sí. Lo encontraste perdido hace ya diez años, y desde entonces nunca os habéis separado. El día de tu cumpleaños, después de todo ese tiempo, aparece en tu casa un aspirante a alcalde. Es el favorito de todos y quiere que tú también le votes este domingo. Cuando el perro le ve, se lanza a sus brazos. ¡Por fin te he encontrado!, dice el hombre. ¡Por fin te he encontrado!, dice el perro. Perro y futuro alcalde se pierden en el horizonte. Tú enciendes un cigarrillo, el primero que fumas en tu vida.
Un dios nuevo
Un casero va a visitar a sus inquilinos. Tiene intención de echarles para convertir aquello en un alquiler turístico. Hay mucho dinero que ganar. Pero en la casa le enseñan algo que le emociona de verdad. Se trata de un mapache gordo gigante, el más grande del mundo. Los inquilinos lo tienen metido en la bañera. Le abanican, le llevan comida a la boca, le masajean la tripa con un bastón. Es una especie de dios. Le piden al casero que no se lo cuente a nadie y lo primero que hace él es contárselo a su mujer. ¿Y la noticia?, dice ella. ¿Les has dado la noticia?, dice. ¿Pero qué dices?, responde el casero. No entiendes absolutamente nada, dice.
El Gordo
Tu mamá abre una tienda de regalos adorables. Hay postales (love is nice, suegra no hay más que una, enhorabuena por el bebé, etc), hay homenajes al color rosa, hay termos de metal, hay agendas, hay el libro de las 50 posturas de yoga, hay una frase de gratitud todos los días, hay papel de regalo, hay un consejo diario para ser feliz, hay velas aromáticas. Tu mamá tuvo un trabajo aburrido hasta su jubilación, pero ahora ha metido todo el dinero que tiene en esto. Se la ve ilusionada. El día de la apertura, la tienda se llena. Hasta que entra un ciego de 150 kilos con una ristra de cupones. ¿Un decimillo para el Gordo?, dice, y tantea un poco con el bastón y tira todas las postales al suelo. Tú le empujas hacia la salida y el ciego, cabreado, se tira el pedo más horrible que has olido en tu vida. Huele tan mal que tenéis que desalojar el local entero. Tu mamá empieza a llorar. Llamas a los bomberos, sin saber muy bien por qué. No hay nada que hacer. Al cabo de unos meses, las cosas tampoco han mejorado. Las postales, las agendas y hasta las velas aromáticas siguen oliendo raro. Incluso tu mamá huele… distinta. La gente entra, disimula un poco y se marcha enseguida. Al final, tu mamá firma el traspaso. El día que la ayudas a vaciar la tienda, aparece el ciego caminando por la acera. No puede veros pero, cuando llega a vuestra altura, arruga la nariz y agacha la cabeza. Lo siento, dice. No sabía que había caído aquí.
Memoria
"No somos más que memoria. Y, cuando se muere la memoria, nos morimos nosotros”. Papá dice todo esto mientras me explica el funcionamiento de un disco duro. “Quienes tienen alzheimer están muertos, pero quienes piden la eutanasia están vivos. Es curioso", dice. Sobre la mesa hay tres tipos de discos duros. Uno externo y dos internos. "Cuando me muera, lo mejor que podéis hacer es quemarlo todo”, dice, “empezando por los discos duros”. Y luego sigue explicándome cómo funcionan.
Ball&Chain
“Así han celebrado la Navidad nuestros famosos”, dice un titular de la revista Lecturas. “Nuestros famosos”. Hay una familiaridad ahí. Son los famosos españoles, claro, ¿a quién le importan los famosos franceses? Pero también hay un estatus. La reina de España no entra en el colectivo de “nuestros famosos”. Estamos hablando de famosos a granel, famosillos de medio pelo como María Pombo o El Cordobés. Famosos que la revista Lecturas tiene encadenados a puro ball&chain. Haciendo topless en la playa atados con ball&chain, montando a caballo arrastrando ball&chain, recibiendo invitados en Marbella… en fin, siempre atados bien en corto y enseñando los dientes para la foto. Todas las navidades, el director de Lecturas envía una carta a cada uno de “nuestros famosos” que dice: ¡Feliz Navidad de parte de todos los españoles! En el sobre encontrarás tu regalo, un eslaboncito más de la cadena. ¡Que no se te olvide a quién perteneces, rata de dos patas!
Por último, un mensaje para mis mecenas
Además de tener +200 suscriptores, Turbogelatina tiene 8 mecenas que aportan una pequeña cantidad todos los meses.
Hoy quiero contarles algo a estas 8 personas:
Todo el dinero de los mecenas se deposita mensualmente en una cuenta con sede fiscal en Lituania. Hasta aquí todo correcto, creo.
El caso es que nunca me había visto obligado a utilizar este dinero. Hasta ahora.
Por una serie de circunstancias, a finales de enero mi cuenta habitual se quedó seca.
Fueron días de pasear por la calle con los brazos en la espalda y de mirar mucho al infinito.
Pero, sobre todo, fueron días en que viví del dinero de mis mecenas.
Recuerdo que compré una hamburguesa de un sitio llamado El perro lechero…
También compré unos rollos de papel higiénico…
Ah, y un paquete de pipas (he dejado de fumar)…
En todos esos momentos, me acordé de mis mecenas. Cada vez que pagaba algo, pensaba: “esta hamburguesa va por ti, Marta”. También: “hoy las pipas corren a cargo de David, ¡ojalá compartirlas con él!”. Y por supuesto: “gracias por el papel higiénico, Jesús, ¡a tu salud!”.
Por último, usé las aportaciones de Alba, Sergio, Júlia, Pablo y Paloma para comprar el nuevo Tesla Cybertruck, un vehículo valorado en 79.900 dólares capaz de alcanzar los 100 kilómetros por hora en 2,7 segundos y con una capacidad de remolque de 4990 kg. ¡Muchas gracias!
A mí se debe la higiene y el decoro de ese culo tan habituado a sentarse para escribir por nosotros. Que lo sepan en los diarios, que lo sepa el mundo entero.
Xampany i galetes, por 200 más.